Un corte en el tiempo del fantasma

Un corte en el tiempo del fantasma
Maurició Tarrab
Buenos Aires

Un psicoanálisis es algo que requiere tiempo. El tiempo que transcurre entre el encuentro con el analista y el final de la separación. A veces transcurre durante un largo periodo de la vida de un sujeto.
En el comienzo, del encuentro regular con el analista, se podrá esperar la producción de un decir que será para el analizante el descubrimiento de esa otra escena que Freud llamo el inconsciente, y de la incidencia que tiene sobre su padecer. Esto introduce al sujeto en la historia y en el campo del sentido, que es ya una primera operación del analista sobre el tiempo.
Simultaneamente ese trayecto inicial permite despejar un decir que será una primera experiencia de lo real, como eso que para el sujeto se empieza a hacer evidente como ex -sistiendo a sus dichos.
El momento del pasaje de la queja al enigma, esta marcada por un lado por la suposición de saber inconsciente, y por otro por la verificación de la satisfacción pulsional incluida en el síntoma. De ese nudo se sostiene la entrada en el discurso analítico.
De la institución subjetiva del comienzo a la destitución del final, el tiempo de un análisis esta capturado en el matema del discurso analítico, que es un esquema sincrónico (J.-A. Miller) que muestra su marcha, su funcionamiento, como si fuera el fotograma de un film, que detiene en un momento el movimiento de la diacronía temporal de una cura.
J.-A. Miller ha mostrado, aquí mismo en Brasil en su Seminario Una, "Erótica del tiempo", que la sesión analítica tiene una doble temporalidad: un tiempo que va en la dirección del futuro, que es un vector de tiempo donde el sujeto hace la experiencia de la espera y otro tiempo que va del futuro hacia el pasado, vector de reversión temporal, que es la experiencia misma del inconsciente.
He pensado poner en relación este aspecto temporal de la experiencia analítica, con dos de las dimensiones que se pueden aislar allí: lo semántico y lo a-semánticos de la experiencia.
Es una manera de retomar el movimiento que Romildo do Rego Barros propone (1) cuando dice de la practica del psicoanálisis, que es "una practica que seria una retórica que conduce a una erótica: lo que hace una síntesis de la invención freudiana".

Tenemos por un lado la atemporalidad del inconsciente freudiano, pero tenemos también la temporalidad de aparición y desaparición del inconsciente como verdad. Esto nos proporciona la argamasa semántica de la experiencia analítica. Pero al otro lado, mejor dicho precisamente "al lado", tenemos la temporalidad de la repetición. No de la repetición significante, del retorno de los signos, sino de la repetición como una inalterable memoria de goce.
La dimensión de la repetición como memoria, guarda relación con la modalidad temporal de la libido y ya no del inconsciente.
La modalidad temporal de la libido resalta la importancia de "la primera vez", de la experiencia de goce primera y su repetición. Pero también muestra que esa primera vez, marca un: "de una vez para siempre"(2).
Es lo que justifica a J.-A. Miller a hablar de "modo de goce", el que esta siempre marcado por esa modalidad temporal. Irreversible.
Como si hubiera ahi un goce inolvidable y que todas las repeticiones fueran la actualización del esfuerzo por volver a alcanzarlo. J.-A. Miller plantea (3) que no se trata de modificar ese "una vez para siempre" sino de reconciliar al sujeto con eso.
Tenemos entonces la temporalidad del inconsciente y la temporalidad de la libido, eso que se realiza como tal en la actualidad de la sesión analítica, eso que en la sesión analítica no es ni el vector hacia el futuro de la espera, ni el vector retrogrado del inconsciente, sino lo actual del goce, la actualidad de la pulsión, que no viene del pasado sino que se realiza en la sesión, se satisface en la sesión, y que como puesta en acto en la transferencia, obtiene esa satisfacción de la presencia del analista como Otro encarnado.
Esta puesta en acto de lo que no pertenece a la cadena significante, de lo que es un corte en la elaboración simbólica, de lo que no quiere decir nada, y que no apunta a la simbolización, no es por cierto legible. Ni legible como las formaciones del inconsciente, ni legible como el acting out. Es limite a la lectura, es el limite al desciframiento. Esta fuera de la retórica, es lo a-semántico que se muestra, que se impone con su actividad, que presenta con su actividad lo que no se puede decir. Evoca lo indecible, y es actual.
De como concibamos el tratamiento por parte del analista de estas dos dimensiones, -la de la semántica psicoanalítica y la de la economía psicoanalítica, que no son sino las vertientes del semblante y lo real, o del significante y del goce- y de como concibamos la posición del analista y su acto, eso definiría que uso hacemos de la sesión analítica.
Esto implica que debemos tener en cuenta los efectos de sentido -que hacer existir el inconsciente trae consigo- pero a fin de ubicar el sin-sentido de la identificación y de lo que alli se goza y que nos pone mas allá de la semántica, en la economía psicoanalítica.
Esta doble vertiente es un balance necesario al curso de un análisis y estructura la sesión analítica lacaniana, estructura nuestra practica y condiciona nuestro acto. Es la indicación de J.-A Miller en su texto "La interpretación al revés" (4):
"_o bien la sesión analítica es una unidad semántica, o bien es una unidad a-semántica que reconduce al sujeto a la opacidad de su goce." Lacan plantea en "La dirección de la cura", como "se debe -para descifrar la diacronía de las repeticiones inconscientes, introducir " bruscamente "en la sincronía de los significantes algo que haga posible su traducción". Esta es la vertiente de la proliferación del sentido, que moviliza los recursos sutiles de la retórica y procede como el inconsciente mismo. Abriéndose al infinito semántico, al deliro del Nombre del Padre y a la fuga del sentido.
Por el contrarió -reconducir al sujeto a la opacidad de su goce- es aislar lo actual.
Lo actual del hueso, del "hueso de no-sentido". Y hallarlo en el punto donde la palabra desfallece, pero también donde significante y goce se combinan en lo que Lacan llamó "gocesentido" ("joui-sens"). Goce que esta en el cifrado mismo.
Jacques-Alain Miller da una indicación clínica preciosa que hay que retener al decir: "La palabra ofrece sentido para comprender, pero en el hay sentido para gozar, que no se comprende y que se llama sinsentido" _ "el sinsentido es uno de los nombres del sentido para gozar." "Hay que introducir sinsentido en el sentido-para-comprender pues eso lo transforma en sentido-para-gozar, y eso toca, sacude!!!!" (5).
Se ve la tensión entre la cita de la dirección de la cura y esta, aunque se mantiene ahí una modalidad temporal: de repente, sorpresivamente, en un instante, bruscamente, etc.
Hacer evidente bruscamente que ahí se goza, aun en lo que se dice.
Se trata a mi juicio en la relación entre acto analítico y tiempo, de que mas allá de la duración necesaria del tiempo de la elaboración, esta la inmediatez, la brusquedad, la sorpresa del presente. Eso que para el sujeto supone un instante de perplejidad, de detención en un instante, de -me arriesgo a formularlo de este modo- un corte en el tiempo del fantasma.
Un corte en el tiempo del fantasma que convoca a lo real. Eso resume mi idea de la relación entre acto analítico y tiempo.
Para salir del tiempo de la repetición, es decir para producir una inscripción nueva, una incidencia nueva habrá que sorprender eso que ahí se goza tras lo que se dice y hacerlo resonar.
Eso produce un corte en el goce que puede ser retomado de otro modo por el discurso.
Lo que de la orientación a lo real debe traducirse en el acto analítico, es el esfuerzo de aislar ese trozo alrededor del que gira una vida, que la determina mas allá de cualquier envoltura imaginaria o simbólica, mas allá de cualquier semblante.Esta alternativa regula la posición del analista en la sesión misma respecto de la orientación a lo real o la ficción y por cierto condiciona lo que J.-A. Miller llama la interpretación básica del psicoanálisis, la que dice: "eso de lo que tu sufres, es de lo que gozas" -a lo que agrego a los fines de esta exposición- que bien se podría pensar la enunciación del acto analítico como: "eso de lo que sufres, es de lo que gozas "todo el tiempo"".


(1) Romildo do Rego Barros, "Presentación del Seminario de J.-A. Miller, "A Erótica do Tempo"", Latusa, EBP-RJ, 2000.
(2) J.-A. Miller, Curso "Silet".
(3) Ibid.
(4) J.-A. Miller, "La interpretación al revés", en "Entonces Shhh!", Eolia, Buenos Aires, 1996.
(5)
J.-A. Miller, "Los signos del goce", Paidos, Buenos Aires.

Fuente: antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=668

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